CAPITULO
1
N
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ací
en una de las ciudades más hermosas de Chile. Valdivia. Región de Los Lagos. Es
un lugar lleno de magia e intensidad. Todo el año el clima es frío y húmedo. Lo
inundan las lluvias repentinas y la niebla que embarga al llegar la noche. En
otoño los caminos llenos de árboles frutales se visten de dorado y las aceras
se llenan de hojas que forman un paisaje lleno de romanticismo y elegancia. Es
una ciudad de origen turístico con los ríos más hermosos de toda la región.
Amaba mi ciudad y me gustaba caminar
por sus calles a pesar de que mi casa estaba exageradamente alejada del centro
del pueblo; Colina arriba por el camino del bosque. Era la casa de mis padres.
Mi mamá estaba, como siempre en el extranjero. Hace dos meses que residía en Estocolmo con la nueva conquista. Ella
poseía un alma, como dice ella: libre y joven. Así que cuando se encontraba un
novio viajaba con él lo más que podía. Solo vuelve cuando la relación no
funciona, se queda un par de meses y emprende la conquista otra vez. Claro,
ella me hace envíos de dinero constantemente que me permiten pagar mis gastos
básicos y poder subsistir de forma despreocupada.
Prácticamente vivo sola desde los
quince. En aquella sola y fría casa alejada del mundo. Mi padre dejó de existir
cuando yo tenía un año de vida. Así que no recuerdo absolutamente nada de él.
Solo lo que mi madre me habló mis primeros años de infancia, ya que luego de
algún tiempo, mi padre dejó de ser un tema en casa. Él era inglés. Alto de 1.90.
Su nombre era Steve rosbelg; Un hombre
tremendamente culto y apasionado por la literatura y las ciencias. Heredé su
biblioteca llena de material de lectura, su Fiat 600 que me acompaña en mis
largas carreras por la colina y sus rasgos que mamá dice que llevo de él. A mí
no me parece muy evidente el parecido, pero valiéndome de mis pocos recuerdos,
prefiero pensar que si me parezco. Mido 1.65 y tengo una piel aterciopelada y
blanca. Casi un fantasma, no había muchas posibilidades de broncearse en un
clima así. Mi cabello es largo y con ondas grandes y largas que siguen el
camino hasta mi espalda baja. Color rubio cobrizo. Eso sí lo heredé de él.
Tengo ojos pequeños y almendrados color miel y labios carnosos y siempre muy
rosas. Mi contextura es delgada, pero voluptuosa en áreas que quisiera no
serlo.
Tengo 18 años y me faltan unos meses para entrar a la universidad
Austral de Valdivia, una de las mejores universidades de esta región. Estudiaré
literatura, un gusto que pertenece a los genes de mi padre. Solía sentarme en
la plazuela del centro y observar por horas a gente común y corriente.
Imaginando sus vidas, armaba historias llenas de pasión, aventuras y romances
que luego se desvanecían cuando seguían su camino. Fue ahí cuando descubrí que
lo que más amo en la vida es escribir. Mi madre quería que estudiara derecho,
pero lo sopesé muchísimo antes de tomar mi decisión. Temía tener una vida llena
de estrés y vacío. Temía que mi trabajo absorbiera mi vida y terminara siendo
una frígida mujer exitosa viviendo en la capital. Así que opté por donde mi
corazón me guió.
Trabajo en un hotel prestigiado del
centro de la ciudad. Desde que tengo quince años he hecho distintos oficios
pequeños en aquel lugar. A medida que crecía, mis cargos fueron más importantes;
ahora me dedico a la administración de
las reservas y de vez en cuando preparo algún postre en la cocina.
El hotel es un lugar muy hogareño.
De aquellos que te sientes en casa cuando lo habitas. Lleno de madera y
alfombrillas por todos lados. Lámparas de lágrimas que le dan un aire
victoriano y elegante. Escaleras talladas a mano por artesanos de la región y
sobre todo, el mejor chocolate caliente con mashmallows de la ciudad.
Como el año próximo es mi primer período de universidad, sabía
que mis gastos aumentarían y que el sueldo de medio tiempo en el hotel no me alcanzaría
para cubrir las expensas; Le pedí a la
señora Norma, una mujer muy educada y seria. Que difícilmente veía sonreír o hablar más de lo justo y
necesario; Mi jefa y dueña del hotel, que me permitiera trabajar el año
completo a full time para poder ahorrar ese dinero y pagar mi matricula y
escolaridad. Casi siempre en esta fecha; Mediados de marzo, otoño, me voy a
casa de una tía materna en Temuco y así descanso y tengo alguien que me
acompaña y cuida durante los meses más fríos del año. Pero esta vez decidí
trabajarlo para aprovechar las ganancias, a pesar, de que no es el mes más
concurrido por turistas como en las temporadas más cálidas. De esta forma,
trabajaré una temporada que jamás había trabajado antes.
A pesar de todo me emocionaba en
gran manera poder estar más tiempo con mi gran amiga Cristina, que también
trabajaba en aquel hotel conmigo. Ella y yo somos amigas desde que aprendí a
caminar. Hija de la mejor amiga de mamá somos también las mejores amigas. Ella
es mayor que yo. Tiene 22 años y estudió turismo en Santiago. Ahora se dedica,
en su mini bus, a pasear y guiar turistas extranjeros por todos los lugares
vistosos de Valdivia. Es una mujer muy interesante; de una belleza exótica que
muchas veces envidié. Mide 1.75 y es de tez trigueña. Sus ojos grandes y de
abundantes pestañas peligrosamente largas. Labios tipo “angelina jolie “de un
color cereza natural. Tiene un cabello negro azabache perfectamente liso que le
llega hasta las caderas. Brillante y lustroso como un espejo. Tiene un cuerpo
fenomenal. Caderas amplias y cintura de avispa. Pechos que sobresalen las bendiciones
de Dios. Es sin duda una mujer extremadamente bella. Me ha acompañado la mayor parte de las noches
de soledad en mi casa. Se queda a dormir
muchos días en la semana a pesar de que tiene un departamento cerca del
centro y sus padres viven en Temuco. Son agricultores de renombre y su
situación económica es muy acomodada. Nuestra relación se fortalece con el
tiempo y si no fuera por su lealtad y cariño mi vida sería una tortura.
De tanto ver gente pasar por el
hotel, comienzas a pensar que tu vida es una monotonía. Siempre ves a los
mismos rostros una y otra vez y a veces ves
gente que jamás volvió a aparecer en tu
vida. El tema importante es; la gente que viste por primera vez y significó un
cambio radical. Todo lo que creías saber o lo que creías tener, da un giro de 180º y ves todo de una forma completamente
distinta. Todo posee un sentido decididamente diferente y eso, para bien o para
mal, te hace una mujer totalmente nueva.
Si creíste que tu vida completamente
solitaria y aburrida sería así hasta que dejaras de existir, déjame decirte que
por una infinita posibilidad podrías verte envuelta en una situación como la
mía, donde eras todo menos normal. Donde seres diferentes te rodeaban desde
antes de que nacieras y no tenías idea, pero eso, te hace sentir tan especial
que agradeces a Dios habértelo concedido. Lo único que a mí me queda claro es
que, las coincidencias, no existen.
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